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Destinada a los gemelos alfas

Chapter 14
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14

Clara estaba sumamente confundida.

De encontrarse delante del nuevo alfa que la miraba como si ella fuera la loba más promiscua de toda

la manada y que la dejara amarrada a la cama como si fuera un animal, se encontró corriendo en

medio del bosque, como si su vida dependiera de ello.

Tuvo el impulso de detenerse y analizar la situación, pero estaba más enfocada en no chocar con las

sombras de los árboles delante de ella y de sentir como era perseguida por dos presencias que

estaban ya muy cerca de ella. No olfatear mucho a su alrededor para saber quiénes eran. Las

feromonas de los dos lobos machos detrás de ella eran tan potentes y agresivas que obligaban a sus

propias patas a seguir corriendo.

Y nadie supo lo que ella se alegró de haber aprendido a huir tan rápidamente, teniendo que hacerlo

como algo en su rutina cada vez que era perseguida por los Salvajes cuando salían de caza. Gracias

a eso, los lobos podían estar cerca de ella, mas no alcanzarla. Y tenía una resistencia bastante inusual

a pesar de su pequeño cuerpo. Podía oírlos grunir a su espalda, ante la frustración de no poderla

alcanzar y eso le daba más miedo a ella. Estaba sumamente aterrada. Su instinto dictaba que se

detuviera y se postrara de panza ante esos lobos, mientras que su raciocinio le hacia escapar de ellos.

Recordaba como uno la había marcado para dejarla después sola en el bosque, sufriendo la mayor

vergüenza de su vida de ser encontrada en pleno celo estimulado por él, mientras el otro la había

mirado con asco y ofendido, tratándola como una loba sin escrúpulos, incluso casi hasta

rechazándola. No, definitivamente no se detendría. Ellos no la querían aun cuando eran sus mates.

Los mates no trataban así a sus parejas.

Ante esos pensamientos gimió por lo bajo con dolor en su pecho de decepción y no se dio cuenta que

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fue aminorando su paso. Una silueta de color dorado pasó rápidamente por al lado de ella y le cortó el

camino. Clara se detuvo en seco al notar el brillo de los ojos dorados de un lobo, el mismo lobo que se

había cruzado en su camino en la noche. Afincó las patas e iba a girar hacia el otro lado cuando algo

cayó encima de ella. Su cuerpo se estrelló en el suelo con un sonido sordo y con dos pesadas patas

sobre sus omoplatos donde sus huesos crujieron, aunque no se lastimaron en demasía. Aterrada y

presa del miedo se sacudió y gimió bajo lo que estuviera sobre ella, pero al sentir el aroma y el gruñido

que vino supo que era el alfa.

Se quedó congelada gimiendo lastimeramente, lamentándose de haber sido atrapada. No quería estar

ahí.

Te dije que no te movieras- escuchó al alfa grunir sobre su cuerpo. El lobo era tan grande en

comparación con ella que impresionaba, y el otro macho delante no se quedaba atrás. Sus lamanos

eran similares y sus feronionas tan potentes que comenzaban a aturdirla. Tuvo que tragar en seco y

usar toda su fuerza de voluntad para no entrar en celo estimuladas por ellas.

Eso era el símbolo que demostraba que ella era su mate. Estaba respondiendo a esos dos lobos en

partes iguales y eso la desconcertaba a la vez. Mas no podía entrar ahora en detalles. Un Benido salió

de sus labios y comenzó a temblar. No pudo evitar que su cuerpo se calentara y si no fuera porque

estaba en su forma animal estaba segura que tendría lágrimas saliendo de sus ojos

Y los dos lobos se percataron del estado en que estaba entrando ella al oler su excitación que pronto

estaría al mismo nivel que su miedo. Ambos gruñeron en respuesta y el pelaje erizado del lomo de

ambos descendió un poco. Desde que la habían visto saltar le habían caído detrás. Y fue extraño,

pero en ese momento ninguno luchó por ver quién sería el que la agarraría, solo estaban centrados en

llegar a ella. Y más fue la impresión para ambos cuando intuitivamente habían terminado actuando en

conjunto. Ethan se relamió el lobo al sentir el rico olor de las feromonas de la hembra, su hembra, su

mate. Las olía más fuerte dado que la había marcado antes con su olor y ella respondía al lazo que

naturalmente estaba. Así que comenzó a avanzar hacia ella cuando un gruñido lo detuvo. Él respondió

de la misma forma mostrando sus colmillos.

Los segundos de tranquilidad se habían acabado. Dixon había bajado su cabeza casi a la altura de la

de la loba y gruñía reclamándola como suya y advirtiéndole que no se acercara. Con su cuerpo casi la

cubrió. – Apártate de mi loba – Ethan alzó la cabeza sacando su pecho intentando verse lo más

grande y agresivo posible. Sus colmillos completamente desenfundados y salivaba de la rabia. Aquel

lobo que supuestamente era su hermano como había resultado en el ritual no lo dejaba acercarse a su

mate. Eso era más de lo que podia soportar. -Ella es mía- Dixon no se sintió intimidado en lo más

mínimo. Una cosa era que él fuera a rechazar a su mate, algo que ahora de seguro no haría, y otra

muy diferente es que otro se la quitara. Su respuesta no le gustó en nada a Ethan que siguió

avanzando erizando su lobo, dispuesto a atacar

Debajo de ellos Clara estaba petrificada. De haber dos machos intentando excitarla, ahora estaban

ellos dos luchando por ella y no había nada peor que eso para una loba. Y no pasó mucho tiempo

antes de cerrar los ojos, bajar su cabeza al sentir que el peso de encima de ella fue retirado.

El sonido de los dos lobos revocándose en una pelea sumamente agresiva llegó a ella y la hizo

temblar tanto que sus huesos crujieron. Su corazón martilleaba tanto en su pecho que dolía y un

buche de sangre llegó a su boca. No lo vomito, pero el líquido caliente y metálico inundó su cavidad y

corrió por el costado. Necesitaba salir de allí o terminaría peor. No se fijo detrás de ella, aplastó las

orejas lo más que pudo a su cabeza, y obviando a los dos machos que luchaban entre sí como dos

bestias sangrientas salió corriendo en dirección al bosque Esta vez sin un punto en específico, solo

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sabía que necesitaba salir de allí lo antes posible. No quería estar cerca de ellos.

Había esperado tanto por su mate, tanto que había sido absurdo. Le habían dado dos a cambio, pero

acaso podría vivir con ellos aterrada del miedo todo el tiempo. Si solo ella pudiera rechazarlos.

«No lo harás» sintió esas palabras en su mente que le hizo gemir.

Si, si lo haría si pudiera, si tuviera el valor, si si… El sonido del agua llegó a ella y supo que estaba

cerca de la cascada de los liinites de la manada La idea de terninar nuevamente con su sufrimiento

llegó a ella y se vio tan tentada que su pecho se liberó y el dolor que antes la atormentaba

desapareció.

«Cobarde»

Clara no tenía idea de quien eran esas palabras. No le importo. Cobarde… eso sería de lo menos que

la habían llamado en todos los años que había vivido, así que si, cobarde. Ya a esa altura no tenía

nada que perder. Lo que más había esperado la había decepcionado tanto que su mente volvió al plan

inicial. Acabar con su m*****a vida de una vez.

Quizás así todo su sufrimiento podría terminar de una vez por todas.

Así que no vacilo cuando se debió en ese sentido. Escuchaba a los dos lobos que habían retomado la

marcha detrás de ella y sonaban agitados intentando acordar la distancia entre ellos. Por la forma en

que sus patas pisaban el terreno y ella podría percibirlos supo que estaban heridos y era claro, ellos

estaban dispuestos a matarse, debido a su existencia. El remordimiento la consumió aún más.

Pronto la brisa suave golpeó su rostro y pelaje. El olor al agua dulce inundó sus fosas nasales y supo

que estaba llegando a su destino. Grata fue la sensación cuando el vacío se precipito debajo de sus

patas y se encontró cayendo varios metros donde la corriendo era tan fuerte que la golpeó con rudeza,

arrastrado su cuerpo. De esa forma, al fin podría morir de una vez por todas y terminar con su

miserable vida. Solo hubiera deseado ser amada, aunque sea una sola vez.